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jueves, 29 de abril de 2010
A escasos metros de acabar la excursión me ha preguntado Javier si me sentía capaz de escribir la crónica de hoy, a lo que sin dudar respondí que no. Sigo pensando que no, pero caso de intentarlo, veamos qué tal quedaría.

Son muchas las cosas que me gustan de estas excursiones. La primera de ellas es el factor sorpresa. Me explico, haber leído el cuadernillo en la Web del ayuntamiento solo significa saber cual es el punto y la hora de partida, no dónde se encuentra la meta. El mes pasado fue la nieve la que trastocó los planes, hoy ha sido una pista en mal estado la responsable de que en vez de en la Cueva del Valiente, hayamos acabado en el alto de Cabeza Líjar.

Otro de los encantos de estas excursiones son las charlas sobre botánica, geografía, geología, y que hoy además nuestro querido guía ha ampliado al campo de la historia. Ha empezado en la época romana, explicándonos que nos encontrábamos en el límite de dos provincias de aquella época, y que desde entonces, se llama el Alto del León. A los ausentes, les invitamos a investigar, porqué pasó a llamarse de Los Leones, y porqué probablemente volverá a llamarse Alto del León. Y acabando en nuestra historia más reciente, no dijo que el recorrido estaba sembrado de bunker, trincheras y construcciones de la Guerra Civil. Resultaba fácil imaginar episodios de esa parte tan lamentable de nuestra historia. Volviendo al presente, los pequeños han disfrutado un montón escuchando las historias del bandolero Manuel Gutiérrez incluso alguno ha llegado ha encontrar algo que bien podían ser restos de sus fechorías.

He de confesar también, que cuando nos ha explicado que al final de la excursión había un "subidón" y dado que nunca había visto a Sergio utilizar esa expresión, inconscientemente me he puesto a buscar una excusa razonable para volver al casa.

Así que, sin más hemos empezado la aventura. Salimos del Alto de los Leones por un camino asfaltado, dejamos a la derecha una torre de antenas y nos internamos en el bosque. Atravesamos dos ríos, sorteamos troncos y nos abrimos paso entre las ramas de los pinos. El "subidón" no resultó ser tal, o gracias a la pericia de Sergio que supo marcar el ritmo más adecuado, llegamos al Alto de Cabeza Líjar. Desde allí disfrutamos de unas vistas fantásticas. A nuestra espalda la sierra madrileña, a la izquierda Ávila y la Sierra de Gredos y a la derecha Segovia. Alguien dijo que si te fijabas bien, se podían llegar a distinguir las puntas de las agujas de la catedral de Burgos, pero yo creo humildemente que era una broma. Lo que sí se distinguía era la silueta de los cuatro rascacielos de Madrid.

Poco después de iniciar el descenso bailamos la danza del "Domini Avanti", para entrar en calor, pasar un buen rato y como el trabajo bien hecho siempre tiene su recompensa, ahuyentar las nubes que en algún momento nos hicieron pensar que íbamos a hacer uso de los chubasqueros. Tras lo cual disfrutamos todos de un agradable descenso, plagado de chistes que seguro que nos van a convertir en protagonistas por un momento el lunes en el patio del cole.

Otra de las cosas con las que más disfruto en estas salidas son esas charlas con Imma en cola del pelotón, que pueden versar sobre educación infantil, la acuciante crisis económica o la situación de la mujer en el siglo XXI. Imma muchas gracias por saber escuchar.

Javier no está bien autolesionarse para disfrutar de los cuidados maternales de Imma.

Susana muchas gracias por ese bizcocho de zanahoria que ya ha pasado a la historia de las excursiones.

A los ausentes, aunque no hayamos podido disfrutar de vuestra compañía, habéis estado en nuestros pensamientos a lo largo de todo el recurrido. Nos queda la tranquilidad de que era una cuestión de fuerza mayor lo que nos privaba de vuestra compañía y la seguridad de que no faltaréis a la próxima.

Espero veros a todos en la Sierra de Gredos.



BURGOSMJ

Nota: Para ver las fotos de esta ruta haz click aqui

La sierra...según nosotros

Sin mayores pretensiones, queremos enseñarte como vemos Madrid...y algunos sitios más, desde los ojos de unos modestos senderistas.

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